martes, 31 de diciembre de 2019

Feminismo, campanadas y el vestido de la Pedroche

Las campanadas de 2014 marcaron un punto de inflexión para la historia televisiva española. Y es que desde el primer año en que Cristina Pedroche presentase las uvas en Antena 3, se ha generado una gran expectación en torno a su vestido. La polémica está servida. Hay quien la aplaude, hay quien la critica, hay quien pasa de todo y simplemente mira las campanadas en Televisión Española y hay quien la señala como feminista.

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Es en este punto en el que llega el conflicto. No puedes abanderarte como feminista en el momento en el que estás permitiendo que una cadena de televisión poderosísima utilice tu cuerpo como reclamo publicitario para ganar audiencia. Salir con menos ropa en televisión no te empodera, porque... ¡Oh, sorpresa! Es lo que lleva pasando toda la vida. Constantemente vemos mujeres semidesnudas e hipersexualizadas que se muestran como objetos ante la mirada de los demás. Se ha repetido una y otra vez (y no solo en las campanadas, si no en muchísimos programas de televisión). Por lo tanto no estás reivindicando nada de nada. No estás ayudando a la causa. No estás luchando por la liberación de las mujeres. Y desde luego, dar un discurso de "mujeres al poder" una vez al año no te convierte en feminista.

En este contexto hay gente que se ha planteado lo siguiente: Si el feminismo busca la libertad de las mujeres, ¿por qué se critica a Cristina Pedroche por hacer lo que le salga del moño y ser libre? Fácil. Se la critica porque una cadena de televisión está utilizando su cuerpo para tener índices de audiencia más elevados. Sin embargo, ella misma puede creer que lo que está haciendo es algo irreverente. Nada más lejos de la realidad. Imaginad por un momento la situación a la inversa. El compañero varón (en este caso Alberto Chicote) helándose de frío a 5 grados centígrados en la Puerta del Sol de Madrid por lucir un modelito sexy. ¿A que resulta ridículo? Pues este es un mecanismo muy útil para detectar conductas machistas.

Sería muchísimo más llamativo, rompedor y toda una declaración de intenciones aparecer en televisión con un esmoquin. Por ejemplo. Eso sí que se podría considerar feminista, porque estarías dinamitando una tradición que lleva perpetuándose décadas. La mujer tiene que pasar frío porque para presumir hay que sufrir. Ya se sabe. Y si no te gusta, te jodes.

Por otro lado hay que tener en cuenta que el feminismo lucha en clave colectiva. Es decir, que lo que hagas en tu individualidad va a afectar al resto de mujeres. La forma en la que te muestres al mundo (y especialmente si eres una persona influyente y con poder) va a concernir directamente al ideario femenino. 

Así que por mucho que ella pueda hacer lo que le dé la real gana con su individualidad y vestirse como le salga del coño, no debe olvidar que la imagen que está proyectando simplemente perpetúa un estereotipo contra el que el feminismo lucha. Por lo tanto de nada vale que lance un mensaje empoderador si el envoltorio en el que va incluido atenta contra la verdadera lucha feminista.  
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Para el 2020 yo le pido a Cristina Pedroche que recapacite y piense si realmente hace lo que hace durante las campanadas porque quiere o porque es lo que se espera que haga. Ya que a veces no somos conscientes y creemos que actuamos individualmente cuando en realidad es la sociedad que nos ha condicionado a un nivel tan profundo que no paramos a analizar nuestros actos.



Que el 2020 nos traiga un año lleno de feminismo.

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